REVISTA LOGÍSTICA TRANSPORTE Y ALMACENAJE - 08/05/2018 
¿Se desacelera la economía?
Primer aviso.
Mariano, Cataluña y como fastidiarla todos juntos.
El transporte alerta de ello.
La economía empieza a desacelerar su crecimiento. El transporte que es un indicador adelantado ya lo está desvelando, así como el ritmo de la bajada del paro o de creación de afiliados a la Seguridad Social. Para los que seguimos el transporte, está claro que un mercado de bienes de inversión de transporte plano, es un indicador de que la economía se desacelera, al menos en sus ritmos de crecimiento antes más elevados sin duda alguna. No que decaiga, pero su ritmo de crecimiento se desacelera.
Si además, a esto se añade que como ha dicho el Presidente del Banco Central Europeo que se aprecian síntomas parecidos en el resto de Europa, la situación debe de preocupar.
Las ventas de camiones nuevos, sobre toda tractoras, están planas o con un crecimiento ligero.
No se engañen con la subida en abril que compensa el retroceso de marzo y que solamente se debe al efecto de Semana Santa. El crecimiento de la inversión en bienes de transportes terrestres, ya no es el que ha sido durante el año 2016 y 2017. Con subidas fuertes y vigorosas.
Hay que concluir que el fin del ciclo del Gobierno de Mariano Rajoy, más el peligroso juego que estamos jugando en Cataluña, empieza a tener su efectos, por mucho que se diga al contrario.
Es más grave, porque estamos destruyendo oportunidades para hacer crecer a la economía y sacarla definitivamente de la crisis, crisis que a pesar de todas las declaraciones políticas no se ha superado y que se refleja en que por ejemplo, en el Norte de España, Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla León, no se ha llegado a recuperar el 40% del empleo de antes de la crisis.
Si en el resto del país, los motores de crecimiento son el turismo o la exportación agrícola y donde los salarios no han recuperado el poder adquisitivo anterior, aunque sí se haya recuperado empleo, está claro, que tenemos un problema que a pesar del intento de autoconvencernos todos con el que España va bien, y no solo el Gobierno, y este empieza a manifestarse.
Todo el mundo sabe que ni España, ni Europa, están en la mejor de la formas para aguantar otra crisis financiera o un mínimo resfriado. Por ejemplo una guerra comercial con China.
La deuda de las administraciones públicas y del Estado, no ha hecho nada más que crecer durante la crisis y su efecto no ha sido mortal por la intervención sobre los tipos de interés de los bancos centrales, pero es que además, los problemas de las pensiones ya están lanzando a España a aprobar unos presupuestos que reconocen un déficit estructural mayor que el que tenía.
Esto se refleja en la calle con esa expresión tan española, de que no hay ni un duro.
A pesar de que las ventas de coches suben, a pesar de que hay muchos indicadores positivos, se percibe en este momento en que la economía se está desacelerando, un malestar económico subyacente.
Mariano Rajoy no tiene la culpa de todo, quizás ni de la mitad, no es un mal gobernante pero es un mal dirigente, si por aquello se entiende, aquel que tiene que tener la visión para dirigir los destinos de los demás, y España necesita elegir alguien con un fuerte discurso.
Pero ya la oportunidad la tuvo, cuando tenía una mayoría absoluta, de haber redirigido el país como lo está intentando hacer Emmanuel Macron en Francia.
El problema de España, es que no crea suficiente empleo y que además le va a costar más hacerlo, porque tiene un invierno demográfico en el sentido de una caída de las tasas de natalidad y envejecimiento de la población muy grande.
Las comunidades autónomas como la asturiana, son una evidencia de la despoblación juvenil, del parón económico e incluso del aumento de suicidios.
En el transporte hay áreas que van bien a muy bien, por ejemplo, la carga aérea con crecimiento de dos dígitos, el tránsitos por los puertos españoles y las exportaciones que se acercan también a los dos dígitos, situaciones encomiables y que se debe al esfuerzo del país, en tener unos puertos muchos mejores que los del resto de Europa.
El esfuerzo de las empresas españolas, en la exportación también es encomiable pero producen un efecto Alemania, por el cual, como pasa en el país germano su superávit es extraordinario, pero no se aumenta el consumo de forma paralela, debido a una represión del consumo que en España, es mucho más proclive al mismo es consecuencia de unas bajas rentas salariales.
Pero esta falta de creación de empleo vigoroso y aumento de las rentas salariales, se deben a la rigideces de la economía española y del sistema laboral español, que Mariano Rajoy no se ha atrevido a atacar como intenta Emmanuel Macron en Francia.
Rajoy y el Partido Popular se dejan llevar por los cantos de sirena de las multinacionales y grandes corporaciones, donde se subvencionan de una forma u otra la creación de empleo, sea por la vía de otorgarles o permitirles monopolios u oligopolios, o de indirectas subvenciones al empleo derivadas de las economías de escala.
Pero el 90% del tejido empresarial español, ese que debería estar creando vigorosamente empleo y llenando los locales, y las oficinas de las ciudades, atención al indicador de ocupación de oficinas y de locales, salvo en los centros de las ciudades y solo en las grandes capitales de provincias es negativo; e incluso de las oficinas es negativo en ciudades como Barcelona y Madrid.
Ese tejido empresarial, no puede vivir con una leyes laborales, que para las empresas de menos de 50 trabajadores, son peores que las que se pueden encontrar en Italia o Portugal, países en los que piensan que hay más rigidez laboral.
Si hasta ahora se sostiene ese tejido empresarial, como también el de las empresas más grandes hay que decirlo, es porque se hace trampa, porque se mantiene una temporalidad en los contratos que está en fraude de Ley el 90% de los casos y que cualquier Gobierno de Izquierda e incluso la acción de Inspección de Trabajo en la actualidad, hace que se pueda aplastar sectores completos de la economía nacional.
Un ejemplo claro es el de transporte internacional español, donde la inspección del trabajo está interpretando la normativa en el sentido de hacer a los trabajadores fijos de plantilla durante todo el año, cuando muchas empresas se da una estacionalidad clara y manifiesta.
El cierre de vías escapatorias de la mediana y de la pequeña empresa española, sea por la vía temporalidad, sea por pago en dietas de suplementos salariales, como ocurre en el transporte, solo va a llevar y esta llevando a que se detenga la creación de empleo en esos sectores.
O como pasa en el transporte internacional se deslocalice totalmente.
Estos problemas empiezan a aparecer en la economía nacional en su conjunto, si bien es cierta, la reivindicación de los trabajadores que se han quedado atrás en su poder adquisitivo, también que en 10 años desde el inicio de la crisis muy poco se ha hecho en reformar el mercado del trabajo, salvo la reforma de Rajoy que se quedo solo en reducir a 20 días por año de servicio la indemnizaciones en casos de empresas en crisis.
Sin embargo, esa medida correcta para empresas en crisis, no hace nada por mejorar la situación para las empresas que tienen que mirar a un futuro sin crisis y sin bajadas en ventas y beneficios.
Sin que haya esas normativas que permitan un aumento de empleo estable y razonablemente bien pagado, la economía va a ir deteniendo en su crecimiento a pesar de tener un grado de capacidad de crecimiento grande, por la cantidad de desocupados que hay en España.
Si a esto se añadimos una crisis grande en Cataluña, donde los políticos de ambos bandos, no son capaces de darse cuenta de que podemos acabar estropeando el invento de nuestro país, no se puede ser tremendamente optimista en lo que pase en los dos próximos años.
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